Historia

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UNA PEQUEÑA HISTORIA

Rosa Helia Villa de Mebius

A esta publicación sobre el estado de San Luis Potosí agrego, a manera de prólogo, un mínimo apunte histórico para documentar la información que pudiera requerir el visitante. El libro que se presenta aquí es la historia breve y descriptiva que logra, gracias a lo corto de su alcance, detenerse en pequeños detalles, a la manera de aquellos artistas que plasman en sus paisajes o sus retratos de interiores una portentosa infinidad de pequeñeces.

El recorrido por una tierra, el retrato de una ciudad y su entorno; pintura de paisaje toda luz y detalle, donde nada es menor ni carece de importancia son nuestros objetivos. Y si bien es cierto que, en el más estricto sentido, la petite histoire es lugareña, municipal, también puede ser aplicada, siempre con apego a su espíritu, a unidades territoriales mayores como la del estado, como parte fundamental de nuestro federalismo.

La pequeña historia estatal deberá ser, por tanto, una suma de historias pequeñitas; historias matrias, crónicas de un paisaje, guía por las veredas de un territorio que tome en cuenta la imposible elasticidad de los límites; porque es imposible saber dónde comienza y donde termina lo que jurídicamente llamamos San Luis Potosí.

¿Qué es y cómo es San Luis Potosí? Para responder a estas cuestiones tendrán que correr aún mares de tinta, alimentados por los ríos tributarios que de la misma han corrido ya tratando de explicarlo. Porque existe —y se advierte por todos lados— un interés creciente por lo más próximo; por conocer las historias familiares, por treparse a los árboles genealógicos del vecino.

Nuestra intendencia de San Luis Potosí —una de las doce en que quedó dividida la Nueva España—, que se formó en 1786 con los pueblos de su antigua alcaldía mayor, el Nuevo Reino de León, la Colonia del Nuevo Santander (Tamaulipas) y las provincias de Coahuila y Texas, fue reducida en 1824 al inaugurarse como estado libre y soberano.

La historia particular de San Luis Potosí tiene su génesis en su situación regional. No somos ni norteños ni sureños, ni jabos ni jarochos, ni jaliscienses ni aztecas. Nos identificamos con los usos y costumbres del centro de México y nos confesamos vecinos de diez estados: de Nuevo León y Querétaro y Jalisco soberanos; del alegre Aguascalientes por poco hubiéramos sido vecinos, si no se nos hubiera cruzado una franja territorial jalisciense; Guanajuato; vecino de Tamaulipas, de Coahuila y Zacatecas; con Hidalgo y Veracruz, San Luis tiene su Huasteca.

El territorio potosino estuvo cubierto por la Mar Océano y en su techo, a casi tres mil metros de altura, en Real de Catorce, se encuentran fósiles de caracol.

Una forma de concebir la historia potosina sería haciendola de cada uno de los peldaños de su escalera: de las tierras bajas a los mil metros en la zona media, y luego a los 1 877 del centro, que en el altiplano llegan casi a tres mil.

La tradición popular ha asociado la silueta del estado en los mapas con el perfil de un perro; refuerza esta idea la línea del Trópico de Cáncer que forma el collar del animal.

Los trabajos arqueológicos han sido escasos por lo que aún no se han encontrado vestigios importantes de cultura en este vasto territorio de la Gran Chichimeca. Por la Huasteca, sólo la zona arqueológica del Consuelo, en Tamuín, rememora el paso de los primeros pobladores.

La guerra a sangre y fuego que se libró de 1550 a 1600 entre chichimecas y españoles por el oro y la plata de los montes terminó con la “paz de compra”, gracias al capitán mestizo Miguel Caldera. Las huestes de Hernán Cortés llegaron en 1522, después de la caída de la gran Tenochtitlán, a la Huasteca. Nuño Beltrán, uno de sus capitanes y Gobernador General de la Provincia del Pánuco fundó, entre otros pueblos, el de Santiago de los Valles Oxitipa el 25 de julio de 1533. Fray Andrés de Olmos llegó a la cabeza de los evangelizadores y sembró la semilla que germinó al ciento por uno, como el maíz y el trigo; además aportó la fauna útil de los caballos, pollos y perros.

Fueron los buenos frailes, fundadores de misiones, quienes dieron vida también a algunas poblaciones huastecas como Coxcatlán, Tamploal, Pánuco, Tampico, Tampamolón y Tancanhuitz. Hacia 1560, fray Bernardo Coussin llegó al Río Verde y “a tierra adentro y nunca más volvió”, dicen las crónicas. Hay quien afirma que lo martirizaron los zacatecos al intentar penetrar en la Gran Chichimeca.

Por 1597 llegaron, procedentes de Querétaro, otros españoles a poblar la zona de Río Verde y fundar estancias de ganado. Con ellos entró fray Juan de Cárdenas y comenzó la tarea gigantesca de las misiones. En 1593 se descubrieron las minas de Pinos y se fundó el convento de San Miguel de Mexquitic, al que siguió el de Venado.

En el altiplano potosino, la labor misionera correspondió a los franciscanos de la provincia de nuestro Padre Seráfico de San Francisco de los Zacatecos. Fundaron conventos en Santa María del Río, San Luis, Tlaxcalilla, Mexquitjc, Venado, Charcas, no muy abundantes y ya casi abandonadas a principios del XVII. Ricas fueron San Pedro, base de la naciente economía potosina.

Siguieron luego los descubrimientos de minerales en la sierra de Pinos, Ramos (1608) y Guadalcázar (1616) que atendían, en calidad de esclavos, negros y mulatos; al mismo tiempo se formaron estancias ganaderas: La Sauceda, Gogorrón, Peotillos y Pozo del Carmen.

En 1767 estallaron en San Luis Potosí, en forma intempestiva y al mismo tiempo que en otras partes de la Nueva España (Apatzingán, Uruapan, Tatzcuaro, Guanajuato), una serie de sangrientos motines llamados “tumultos”, preludio quizá de la campanada que el cura Hidalgo hizo resonar en todo el continente.

Después de sucesivas derrotas y triunfos, del paso de héroes y villanos por el estado —entre los cuales dejó huella Mariano Jiménez, potosino que dio testimonio de su calidad humana—, la provincia se mantuvo en paz.

Las revoluciones antiiturbidistas de Santa Anna y de Casa Mata no encontraron apoyo en los potosinos; cuatro años más tarde se convirtió San Luis en estado y eligió a su primer gobernador: Ildefonso Díaz de León. En enero de 1862, siete años después de que se cantara por primera vez el himno nacional con letra del potosino Francisco González Bocanegra, el Presidente Juárez declaró la ciudad en estado de sitio y nombró comandante de la región a Javier González Ortega. Tomada Puebla por los franceses, Juárez llegó a San Luis el 9 de junio de 1863 y estableció los poderes en la ciudad, donde permaneció medio año.

Siguió una cadena de insurrecciones que vieron pasar a los franceses cuyos modos, estilo y pensamiento fascinaron para siempre a los potosinos, a los liberales puros y a los conservadores. Volvió Juárez a San Luis Potosí para firmar la pena de muerte del emperador Maximiliano. De Querétaro vino la bella princesa Salm-Salm a implorar de rodillas el indulto. El tren de la paz, orden y progreso llegó con los hermanos Carlos y Pedro Díez Gutiérrez, quienes alternaron el poder en 1881 y 1896. En la Huasteca, y con un préstamo de 50 mii pesos del Banco de San Luis, se perforó en 1904, cerca de Ebano, el primer pozo petrolero del país. Los precursores intelectuales de la Revolución abrieron fuego contra la dictadura en el Primer Congreso Liberal. El cuarto obispo de San Luis, Ignacio Montes de Oca y Obregón, ganó fama tanto por su soberbia como por sus acciones en beneficio de los potosinos y con su permanencia al frente de la grey. La santa fe ha siclo uno de los ingredientes fundamentales del estilo de vida potosino.

De ahí siguieron las rebeliones y surgieron los hermanos Cedillo, Ponciano Navarro y Alberto Carrera Torres, este último propuso en 1911, desde el Altiplano, una ley agraria. En 1910 llegó Francisco I. Madero en calidad de preso a San Luis Potosí. El dirigente del movimiento revolucionario estuvo hospedado en el Palacio Monumental —propiedad de Federico Meade— hasta que se fugó. Poco después se dio a conocer el Plan de San Luis, que fue fechado simbólicamente el último día de permanencia de Madero en esta ciudad.

El 3 de noviembre cumple la ciudad capital 400 años de haber sido fundada y desde ella se conduce el concierto general de las regiones huastecas, zona media y altiplano. Con nuestras cualidades y defectos tenemos una fisonomía propia.

Encuentro de caminos y de ideologías, San Luis Potosí tiene en su campo y sus ciudades la traza de su historia. Las viejas haciendas y la exuberancia de sus templos barrocos dan testimonio de una rica herencia colonial. Las poblaciones serranas —jquién podría resistir la magia de Real de Catorce!— nos hablan de su riqueza minera que diera nombre—por analogía con el cerro boliviano— a la ciudad y al estado. San Luis —el Rey Cruzado, noveno en la sucesión de los luises franceses— y Potosí, como sinónimo de la riqueza que arraigó en el lenguaje de los españoles de aquí y de allá en los años de paz que siguieron a la Conquista.

La capital, ciudad recoleta y con olor a antiguo, atrae por la belleza de sus monumentos, el color y el sabor de calles y plazas y la dorada luz de sus altares barrocos o el encanto neoclásico de señoriales edificios, como el Teatro de la Paz, el Palacio de Gobierno o la Casa de la Cultura.

Nunca se arrepentirá el viajero de algún paseo vespertino por las callejuelas de la ciudad vieja o del goce íntimo de la contemplación de sus célebres atardeceres: el polvillo del desierto cercano refleja en miríadas de pequeños espejos el último rayo carmesí del sol poniente.

Desde las huastecas, que ya huelen a mar por su cercanía con el Golfo, hasta el paisaje conmovedor del desierto, San Luis Potosí ofrece todas las gamas del paisaje mexicano y todas las especies —alguna que otra se escapa— de la rica fauna que adorna al país.

Pero sobre todo, el visitante podrá apreciar el encanto de su gente, afable y generosa, de risa fácil y gesto cordial, siempre dispuesta a entablar conversación y ofrecer hospitalaria compañía al turista que llegó a su vera, el potosino espera que lo suyo guste y por eso goza al compartir la riqueza de sus herencias ancestrales.

San Luis, Minas del Potosí, agosto de 1992

(1992). El Estado de San Luis Potosí. Ed. Grupo Azabache

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